Parejas de bailarines todos vestidos de blanco, puro tocuyo, dibujan con sus pies desnudos una danza que es cortejo señorial y elegante, y se desplazan alegres, con la sencillez obsequiosa de su impar coreografia.
Algunos la definen como una mezcla de expresivo ritmo, alegre, vivas y atrevido que se asemeja a la actititud del gallo y la gallina cuando el primero persigue a su hembra hasta aprenderla por el cuello.
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